Cuando la recomiendo me cuesta explicar por qué me gusta tanto ya que es una novela un tanto difícil de clasificar. Aún así lo voy a intentar: el Alfanhuí es para mí como el mejor postre que puedas llevarte a la boca.
Para empezar, es una obra atrevida ya que cuando se publicó rompió con las corrientes literarias de la época y, por tanto, fue sorprendente e inesperada.
Además, para mí es como un bombón del mejor chocolate, elaborado con diferentes técnicas culinarias que dan como resultado una exquisitez literaria.
La novela se nutre de muchas fuentes, aunque no por ello empalaga. Entre sus páginas el escritor se mueve por diferentes géneros (picaresca, realismo mágico, bildungsroman) y los cuaja con increíble creatividad. Mientras la lees disfrutas de la variedad de sabores que se van desplegando: lo ecléctico, lo fantástico, lo onírico, la plasticidad y lo poético; que también se saborea en estas páginas. Una explosión de los sentidos.
