Tituba fue una de las acusadas en el conocido y extraño episodio de histeria colectiva que tuvo lugar en Salem, Massachussets hacia finales del siglo XVII. El caso fue llevado al escenario de la mano del dramaturgo Arthur Miller (The Crucible o más conocido como Las brujas de Salem) en 1952. Condé retomó la historia en 1986 con el objetivo de dignificar y dar voz a una mujer. Una mujer, negra, migrante y esclava que fue condenada por brujería para posteriormente ser silenciada y olvidada.
La literatura de la escritora antillana Maryse Condé es un logrado intento por reescribir la historia y la cultura africana, ofreciendo una visión de la diáspora africana desde las víctimas y cuestionando el papel de la mujer, desde una perspectiva feminista. En este caso para llevar a cabo su objetivo literario, rescata del olvido colectivo a una mujer, negra, esclava y sabia que fue condenada injustamente.
Lo cierto es que bien poco se sabe a ciencia cierta sobre la Tituba real, más allá de que fue una esclava nacida en Barbados cuyo amo en Salem era el ministro puritano Samuel Parris. También sabemos que fue acusada y que sus declaraciones autoincriminatorias en los interrogatorios fueron sustancialmente incoherentes. A partir de esta escasa información, Condé reinventa el personaje para regalarle una biografía dignificante a quien sufrió la esclavitud, las falsas acusaciones y el machismo en una comunidad puritana.
No es casual que Condé decida titular la novela con “yo” rotundo, declarando que su intención es alzar la voz a un personaje que se convierte en paradigma de las víctimas de la diáspora africana. Conociendo la biografía de Tituba en primera persona, somos testigos del dolor que sufrieron los esclavos africanos a quienes se les extirpó su voz, su tradición y su cultura para dejarlos al amparo de sus cuerpos físicos. Tituba es ignorada y en muchos momentos cosificada, no sólo por su condición de esclava, sino también por ser mujer. Por lo tanto, tampoco es casual que Tituba sea fruto de una violación en medio del Atlántico. Así es como Condé nos advierte del futuro agorero que le tocará vivir como mujer africana de la diáspora.
La autora consigue introducir uno de los términos que más están en boga dentro las corrientes feministas actuales: la interseccionalidad. Tituba es maltratada no sólo por los terratenientes antillanos o por los puristas anglicanos de Massachusetts, sino también lo es dentro de la comunidad negra por el simple hecho de ser mujer. Y para que nos quede claro, Condé se toma la licencia de rescatar a otra víctima de género de la sociedad puritana. Hester, el personaje de ficción y protagonista de La letra escarlata de Nathaniel Hawthrone, es una mujer con más privilegios que Tituba pero que fue también una víctima de la sociedad patriarcal en la que se encontraban inmersas. Condé reúne a Tituba y a Hester en el calabozo para que compartan experiencias y dialoguen sobre feminismo y para que lleguen a la conclusión de que el sistema patriarcal desobedece las escalas de poder derivadas del racismo y del clasismo. “Da igual que sean blancos o negros, ¡la vida ya se porta demasiado bien con los hombres!”
Sin embargo, el feminismo de Tituba es considerado imperfecto en tanto que su poder espiritual la lleva a rendirse ante el deseo sexual. Va más allá del concepto feminista actual en el que la mujer no sucumbe al deseo hacia los hombres. De hecho, Tituba pierde su libertad en su anhelo sexual incontrolable, convirtiéndose en una esclava. Aunque Tituba es más compleja que todo esto. Al caracterizarla arrebatada por su deseo, gobernada por una sexualidad activa e incontrolable, Condé nos proporciona una doble lectura de su feminidad. El sexo en Tituba es también su única arma de rebelión ya que lo usa como método para evadirse de la cruda realidad a la que se enfrenta. Es, al fin y al cabo, también su libertad.
La construcción del personaje me parece acertadísima y llena de claroscuros que la hacen más rica y compleja. Tituba es analfabeta, pero tan sabia que en su memoria guarda todos los remedios de la medicina tradicional y muchas de las historias de la literatura oral. Tituba es bondadosa y propicia a los cuidados, aunque la acusen de ser la engendradora del mal. Tituba es repudiada por los vivos pero protegida por los muertos. Si bien Tituba se sitúa en los márgenes de la sociedad, es en realidad una rebelde heroína.

Pingback: Filosofía doméstica – @mariaensuguarida
Pingback: Hierba mora