Una habitación propia

(Más que una reseña, esto es mi reflexión después de una reelectura, después de haber sido madre)

Mary Beton, Mary Seton Mary Carmichael o como queráis llamarla se encuentra en los jardines de la facultad cuando le asalta la inspiración en un momento de reflexión. Una idea estimulante la sacude y absorta en sus pensamientos se dirige hacia el césped. Ensimismada, su instinto la conduce hacia un lugar propicio para la inspiración. En ese instante, un bedel horrorizado al ver una mujer pasear por ese verde y soleado campo lleno de luz, la intercepta y con grandes gestos le muestra el camino hacia el asfalto. Con el sobresalto, la idea se asusta y se escabulle. 

Brillante metáfora. 

Me encuentro enquistada en el asfalto, mi mente llena de ruido. Salgo del trabajo y me voy pintando. Las 16.15. Buff, casi no llego. “Mamá, crees que es normal que siempre llegues la última a buscarme?” Luego compraré pan para los bocadillos. “El proper dia que no porti el kimono haurà de fer 30 flexions”. Imposible, con 7 años. ¿Seguro que es sano que haga artes marciales? La cena, buff! ¿Y esta factura de la luz? Malditos, tendré que reclamar. Sanguijuelas. “¿María, qué hago de cena?” Flipante. Ah, sí las acelgas. Las apunto en la lista junto con otras tantas cosas que debería comprar. “Te llamé ayer y nada”. Media hora al teléfono mínimo y seguro que no consigo que me devuelvan la pasta. Ostras, no le he devuelto la llamada. Ya deben haber salido. Lo guay de cenar fuera de casa es que no tienes que pensar en la cena. Digo yo…  Llego a la salida del colegio. Mi peque me espera, todxs lxs demás ya están con sus mamás. María, relaja. Algún papá anda también por aquí. ¿Dónde diablos estarán los demás? Ah, sí claro, en su césped particular. “Mamá!” Ostras, el bocadillo. Bueno, por un día que el niño meriende cruasán no se va a morir.

La carga mental diaria que sufrimos muchas mujeres es un ruido constante que deja poco espacio para la introspección. La escritura o cualquier otro proceso creativo requieren una mente tumbada al sol sobre un verde césped . ¡No me extraña que la mayor parte de los hombres se muestren reticentes a un trocito de su césped!

¡Reivindiquémoslo! Para crear o simplemente para tumbarnos en él al sol, rascarnos la barriga un rato y no pensar en nada ni en nadie más que en nosotras. Sin remordimientos.


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