Los años

No es que me interese mucho la selección de los ganadores del Premio Nobel. La academia sueca dista mucho de ser un referente para mí. Pero hoy se ha anunciado la ganadora del Premio Nobel de Literatura y me ha sorprendido gratamente al tratarse de la escritora francesa Annie Ernaux (Lillebonne, 1940). 

Descubrí a esta autora durante este verano y me fascinó enormemente su capacidad analítica cuando leí Los años (Cabaret Voltaire, 2019). Es una de las autobiografías más singulares y lúcidas que he leído nunca.  

Debo reconocer que esta obra en concreto sirve de buen ejemplo y representa a la perfección el argumento del que se han valido los suecos para premiar a esta autora francesa:  “por la valentía y la agudeza clínica con la que destapa las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”.  Curiosamente, Los años se construye bajo un paradójico oxímoron, siendo definida como como autobiografía impersonal. Una contradicción brillante y muy acertada. 

Si bien es cierto que se presenta como una autobiografía cuyo arranque es algo tan personal como sus propias fotografías; la autora se distancia con acierto de la narración de su vida. Una voz analítica va pasando fotografías de una mujer a lo largo de las diferentes etapas de su vida. Rápidamente identificamos a la narración en tercera persona como la propia voz de la mujer que aparece en ellas. Las describe, las comenta mientras rememora retazos de la vida íntima y personal de la mujer que aparece en ellas. Esa voz se detiene conscientemente en la vida pública y política que condiciona su vida; consiguiendo así un alejamiento que le facilita una mirada global y que, a su vez, permite a Ernaux a crear una autobiografía colectiva en la que los lxs lectorxs pueden identificarze y reconocerse. 

Los años resuena al raciovitalismo de Ortega y Gasset ya que su lectura podría explicar con sencillez la célebre frase del filósofo “yo soy, yo y mi circunstancia”. Ernaux nos recuerda  que lo que nos acontece es indivisible del contexto histórico que vivimos. Somos quienes somos y nos ocurre lo que nos ocurre porque vivimos en un contexto histórico, político y social determinado. Los acontecimientos, las palabras, los objetos, las películas, las canciones que acompañan a la mujer de las fotografías construyen y completan su historia de vida. La autora nos advierte de que nuestra identidad es íntima pero también colectiva y que, por tanto, no nos pertenece totalmente.  

Una escritora capaz de catalogar, diseccionar y analizar con asombrosa intuición las decisiones políticas, el uso del lenguaje, el desarrollo de las nuevas tecnologías o el lastre del patriarcado de toda una vida; es más que merecedora de este reconocimiento. A mi modo de ver, consigue crear un modelo de escritura insólito en un ejercicio comprometido de análisis social que se traslada desde lo íntimo a lo colectivo con fascinante fluidez.

Podría decirse que su escritura es un acto de generosidad. Me atrevería a decir que Ernaux ha donado su historia de vida al proceso de escritura, convirtiéndolo en una suerte de investigación filosófica en la que intenta contemplar su intimidad desde un prisma colectivo, convirtiendo el proceso de escritura en una fuente de conocimiento.

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