Inquietante resulta asimilar que la existencia Marie Luise Kaschnitz (1901-1974), quizás la más destacada cuentista alemana de la segunda mitad del siglo XX, haya pasado desapercibida más allá de sus fronteras. Después de leer La niña gorda y otros relatos inquietantes, me desconcertó no haber oído nunca nada de ella hasta la fecha.

Una autora sugestiva y original cuya narrativa tenebrosa y enigmática me atrapó gratamente y, por tanto, os la recomiendo sin lugar a dudas. Descubrí esta antología de doce de sus relatos gracias a la decisión de la editorial Hoja de Lata de rescatar a Kaschnitz del conjunto de autoras extraviadas en la historia de la literatura. Podría decirse que la característica más relevante de la autora es su habilidad para destacar el vacío. Un vacío incómodo, magnético y angustioso que os obligará a retorceros en el sillón en un ridículo intento por encontrar la comodidad perdida en el relato.
No me detendré en su biografía pero cabe destacar algunos aspectos de su vida que configuran su obra al haber vivido el trauma causado por las insensateces políticas de la alemania nacionalista. Sin embargo, consciente de sus injusticias fue, al igual que muchxs otrxs ciudadanxs alemanxs, incapaz de pronunciarse en contra del nazismo. Un extraño mutismo invadió a una generación de alemanes y las sombras de ese trauma se reflejan rencorosas en la literatura de la autora.

Su conciencia cobra forma en una literatura existencialista donde no hay lugar para la pomposidad y el aderezo. Libre de florituras. Sus relatos son fríos, sencillos y poco poéticos. Están cubiertos por una cinta transparente, – y, por tanto, difícil de identificar- que filtra las historias de una agitación apagada, un nerviosismo calmado. Del mismo modo, sus personajes viven descolocados en una cotidianidad ambigua y extraña. No cometen actos incorrectos o abominables. Y, sin embargo, algo les acontece cargado de desazón y de incomodidad que os provocará un ambiguo rechazo. Es algo imperceptible, incluso a veces, inenarrable que paradójicamente está muy presente en la narración. Y es entonces cuando el vacío llena el relato y se convierte en una amenaza invisible.
En pocas palabras, la literatura de Kaschnitz es francamente recomendable. Si os acercáis a ella, os adentraréis en una domesticidad onírica y terrorífica, que tanto recuerda a Shirley Jackson. Seguramente podréis sentir la sensación de angustia de quien vive con un miedo extraño bajo una absurda amenaza.
¿Conocéis alguna otra autora ignorada por el patriarcado académico ? Podéis dejar vuestras respuestas en los comentarios en un intento por rescatar autoras extraviadas en la historia de la literatura.
